Cómo comportarse en Malasaña

Cómo comportarse en Malasaña

Rodrigo Taramona, actor, bloguero, malasañero y propietario de The Wall

Rodrigo Taramona, actor, bloguero, malasañero y propietario de The Wall

FotoGrafía: Juan Millás

Texto: Rafael de Rojas

Barbas, barbitas y sobre todo barbotas; algún que otro bigote; cuellos abotonados hasta el gaznate; diners con hamburguesas a dos euros la hoja de lechuga; bares de viejos que parecen la salida del cole; flequillos extradimensionados; mercadillos de cosas; tiendas de camisetas con clicks; bicis descabalgadas; bares de neón con gin tonics como macedonias. Y por supuesto: le das una patada a un cupcake y te salen tres djs.

Publicado el 05.02.2013 en www.traveler.es

Eso es Malasaña, el mítico barrio madrileño de la movida que no se puso caro hasta que llegaron los hipsters de los pueblos con fajos de billetes para comprar o alquilar todo lo que oliera a moderno. No hace falta que vivas allí, la mayoría de los malasañeros son de un barrio muy muy lejano. Pero nunca dejan que se les note el dominguerismo. Tú también puedes.

1) Nociones de lenguaje. Termina las palabras en “eo”. Terraceo es tomarse una caña con dos dedos de espuma y en la calle, haga como haga, mañaneo acabar la noche en una casa pegándote por el Spotify y postureo…, bueno, postureo es todo lo demás que se hace en Malasaña.

2) Horarios. La hora de salir por Malasaña es aquélla en la que no existe ninguna posibilidad de que tus padres estén fuera de casa. Por el día el barrio también existe mucho. De mañana puedes comprar en la calle más cuqui -el tramo de Espíritu Santo que empieza en la plaza de Juan Pujol y termina en Corredera Alta- y aledaños. A partir de mediodía tienes que comer o beber en algún sitio moderno con un ventanal grande en el que se te vea bien. La mesita ventanera de la librería con bar Tipos Infames puntúa doble. Porque demuestra que eres una persona que puede estar cerca de unos libros sin que le pase nada.

3) Barba. Es obligatoria. Si lo único que diferencia tu barba de la de un mendigo es que algún día te la quitarán por 25 euros en una barbería de Malasaña decorada con irónicos sillones de barbero, enhorabuena: tienes la barba exacta que se lleva este mes.

4) Cuello abotonado. Si no te abrocha el último botón de la camisa (de cuadros) deberías reconsiderar hacerte heavy y salir de Malasaña cuanto antes.

5) Música. Si todo el mundo conoce los nombres de los tres últimos grupos que has dejado caer en un bar de Malasaña acabas de pasar de moda. Es una regla del barrio que todo el mundo diga que lo conoce todo, así que siempre hay que pedir tarareos probatorios. Si nadie sabe de qué hablas, ya eres dj.

6) Cascos. Hay que llevar unos cascos grandes. De momento, un poco menores que un frisbee. Si te pones ahora un par de cubos de basura en las orejas le llevas tres meses de adelanto al hype.

7) Tiendas de bufanditas. Tejer bufanditas, tener un blog de cupcakes, seguir jugando con Mis abalorios y que papá esté harto de tenerte todo el día por casa es todo lo que necesitas para abrir una tienda en Malasaña. Caduca a los dos meses.

8) Qué ponerse. Las botas militares son la moda más longeva de Malasaña: se empezaron a llevar coincidiendo con las manifestaciones del ‘No a la guerra’. Combínalas con pantalones pitillo y ya tienes la mitad del atuendo resuelto para siempre. Si un día no encuentras las botas, puedes aprovechar para subirte el dobladillo de los pantalones y que se te vean los calcetines de colores.

9) Bicis. La cantidad de gente andando con la bici de la mano en Malasaña es inversamente proporcional a la cantidad de gente subida en una bici en cualquier otra parte de Madrid. Un malasañero de corazón nunca saca la bici del barrio ni se sube a ella muy a menudo porque, total, son dos pasos. La quintaesencia de la biciexplotation es el bar La bicicleta, en la esquina de Colón con la plaza de San Ildefonso. Tienen una bicicross, una bici de carreras colgada de una pared, cookies, brownies y nadie que haya ido hasta allí en bicicleta.

10) Bares de viejos. Estás avisado: cualquier día vas a ir a un bar de viejos y te vas a encontrar tomando cañas con tu abuelo. Pero eso en Malasaña no te va a pasar; como dice Ambrosius aquí el único viejo de los bares de viejos de moda es el camarero. Los preferidos de todo el mundo deberían ser el Palentino, Los Campa (ambos en la calle Pez) y el Chamizo (San vicente Ferrer). Tienen la ventaja imbatible de poder acompañar la copa con una ración de torreznos.

11) Coctelerías. Si has oído alguna variación de la historia de que las coctelerías más o menos clónicas Adam & Van Eekelen y 1862 (calle Pez ambas) pertenecían a unos socios que se separaron y uno montó la competencia justo enfrente, eres un moderno. Unos bares con unos cocteleros buenísimos que te miran mal si pides un vodka con Red Bull, pero que tampoco te hacen un combinado porque no les apetece picar hielos, son un Malasaña en estado puro por el que vale la pena pagar cualquier disparate.

12) Redes sociales. Si estás meando en un arbolito de la calle y te rodea un grupo de chicas gritando “¡tuitero conocido!”, te has pasado Malasaña.

13) Luis Brea. Luis Brea es Malasaña.

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